Hermanas del Buen Socorro en Francia

Historia y Origen

Francia se considera el país fundador de la Congregación de las Hermanas del Buen Socorro, porque las primeras hermanas fueron francesas: Madre Josefina Potel y Madre Angelica Geay.

Josefina Potel nació en Somme en Bécordel y Angélica Geay en Champagne en Harazée.

Entre 1821 y 1823 12 jóvenes se reunieron en París para cuidar a los enfermos en sus propias casas, para acompañarlos en sus últimos días y rendirles testimonio del Amor de Dios.

Vivieron en un apartameno muy modesto en la calle Cassette cerca de la Iglesia San Sulpicio en París.

El 24 de enero de 1824 Monseñor Quelen, arzobispo de París, aceptó sus votos y les dio el nombre de las Hermanas del Buen Socorro de París.

Le Charisme du Bon Secours est : Compassion, Guérison, Libération.

Reunidas por Cristo en comunidades fraternas, las Hermanas, lo que sean sus tareas o apostolados, se dedican la vida a la oración, a la acogida, al acompañamiento y al servicio de los otros.

Las Obras Hoy Día

Hoydía, las Hermanas del Buen Socorro en Francia obran en los dominios siguientes:

  • Clínica quirúrgica y medical,
  • Cuidado de los handicapatos
  • Cuidado de las personas mayores en casas de jubilación, y
  • como voluntarias en Asociaciones y actividades parroquiales.

El grupo de los Asociados empezó con dos personas entre 1980 y 1985; una de ellas era supervisora en la Escuela Secundaria de Nuestra Señora d’Annay en Lille y la otra era una joven soltera en Abbeville. Dentro de poco dos parejas se juntaron a ellas de la región parisiana. Una Hermana del Buen Socorro los inició al espíritu y al carisma de la Congregación. Las primeras reuniones tuvieron lugar en la Casa Madre de París.

Asociados

Poco a poco el grupo aumentó y se hizo más diversificado. Siguieron bajo el acompañamiento de una Hermana del Buen Socorro y se juntaron para feflexionar, rezar y vivir unos momentos importantes con la comunidad de hermanas más cerca para poder vivir según nuestra espiritualidad en todos los aspectos de sus vidas: familiar, profesional, social y eclesial.

Estos “asociados” pueden escoger hacer una promesa de compromiso o de quedarse “apoyadores”.

Cada uno contribuye según su edad, su estado “profesional” y particularmente según sus posibilidades en los dominios familiares, profesionales, parroquiales y regionales.

Dos de nosotros trabajamos con jóvenes en una escuela: equipo litúrgico, catequesis, la organización de actividades para la promoción de vocaciones religiosas (ej. un forum de compromiso para los de 17-20 años de edad), la animación de un equipo de Misioneros jóvenes, estudiantes entre 13 años de edad y arriba.

Otros trabajan con los residentes de una casa de jubilación (animando un coro) y con las personas mayores de su vecindad visitándoles y brindando servicios.

Otra forma parte de un equipo que prepara los funerales en la parroquia y otros acogen a la gente en su parroquia.

Una de los Asociados es miembro de la Comisión Internacional de Vocaciones de la Congregación y trabaja con una Hermana en la pastoral de las vocaciones visitando escuelas y a grupos de jóvenes en su diócesis.